RESUMEN
El siguiente trabajo es producto de reflexiones, de encuentros, – y seguramente – muchos borradores del proceso de nuestra tesis4 que hemos continuado trabajando y profundizando a la luz de la intervención profesional, de la participación en equipos de investigación, así como de prácticas extensionistas.
En nuestra producción, nos hemos propuesto hacer una deconstrucción de la idea del/la joven mirado como causa y producto de los problemas sociales contemporáneos, dando cuenta de la relación existente entre jóvenes de sectores populares y el trabajo y exponer la asociación negativa que han formulado sobre esta relación distintos actores, que ha sido difundida y agudizada por los grandes medios de comunicación hegemónicos abonando a la construcción de un sentido común especifico. Por lo que fue necesario introducirnos en las principales perspectivas actuales que disputan los sentidos en torno a la definición de los/as jóvenes, la construcción de identidades juveniles, y realizar el análisis desde las categorías de “género”, “generación” y “posición social”.
La palabra Caralisa surge del lunfardo. A lo largo del tiempo se ha ido modificando y adaptando a las distintas situaciones y realidades. Es al día de hoy, que sus términos se encuentra profundamente arraigados al hablar cotidiano y popular. Caralisa hace referencia al “mantenido”, “explotador” y “vividor”, es aquella persona que vive del trabajo de una mujer. Esta significación deviene del lunfardo más estricto que significa proxeneta o rufián que representa a aquellos hombres que reclutan mujeres para la “prostitución”, ellas trabajan a cambio de una supuesta protección y cuidado por parte del hombre quien actúa como mediador en la comercialización de su trabajo. Otros sinónimos del lunfardo son “cafisho”, “840”, “cafiolo” que hace referencia al hombre que es mantenido por las mujeres o que gana dinero a través de ellas.
Los/as jóvenes de sectores populares resignifican y reinterpretan este término vinculándolo al trabajo, considerando a la persona caralisa como “vaga”, “mantenida”. Un caralisa es alguien que no está dispuesto a salir a la calle y “rebuscársela” para obtener sus propios ingresos, el caralisa termina viviendo a costa del trabajo ajeno, principalmente de su madre, padre, abuelos, etc.
La persona caralisa es rechazada por los/as jóvenes, quienes se oponen a la idea de una madre que deba realizar esfuerzos extra y trabajar de más para mantener a su hijo joven y/o adulto. Otro agravante del término se encuentra atravesado por la concepción patriarcal de que el hombre debe ser el principal proveedor económico del hogar. Así, el caralisa no resulta meramente un “mantenido”, sino que además pasaría a ser “mantenido por una mujer”. El término tomaría, entonces, para un joven varón, una doble connotación negativa.