RESUMEN
n nuestro país, durante la década del 90´ los jóvenes reaparecen en el espacio público muchas veces como “protagonistas y víctimas” de la inseguridad, la violencia, la apatía, el individualismo. Este oscuro lugar era el resultado de la desactivación de mecanismos de inclusión y participación social que promovieron las políticas neoliberales, colocándolos en un lugar de particular vulnerabilidad. De modo acompasado, las instituciones políticas tradicionales dejaron de ser interlocutores confiables y eficientes, crecía el descreimiento hacia la política y sus actores vaciando la práctica de contenidos y de acción colectiva. A la par de estos procesos, agrupaciones juveniles y expresiones políticas presentaron otros modos de ser y estar en los espacios públicos, en ocasiones silenciosamente, en otras de manera bullanguera y creativa, en otros de modo irreverente y novedoso.
La investigación acumulada en los últimos 20 años en torno a los jóvenes ha venido señalando, tanto desde sus enfoques cuantitativos como cualitativos, el extrañamiento creciente de estos frente a las expresiones políticas formales, apuntando hacia la emergencia de nuevas formas de inserción en el espacio público y en la vida social por parte de estas nuevas generaciones.
Algunas de las investigaciones (principalmente originadas en los años 90’) se han detenido en observar la desafección de las nuevas generaciones respecto a las instituciones más tradicionales de la vida política moderna, anunciando la idea de una aparente actitud de “apatía y desencanto” de las juventudes actuales e instalando la imagen del joven consumidor, escéptico, despolitizado; como parte de un problema contemporáneo que se aleja de aquella imagen de la “juventud politizada y rebelde” de décadas atrás (Sandoval 2000). Pero la baja participación de los jóvenes en la vida política desde la concepción moderna, puede ser leía a su vez en clave con la emergencia de nuevas y diversas formas de adscripción juvenil, donde los medios masivos de comunicación, las nuevas tecnologías, la música, el arte, el territorio, entre otros aspectos, han impactado significativamente en la subjetividad de los jóvenes y en los modos en que éstos procesan sus identidades, vivencias e imágenes del mundo (Balardini 2004).
Sin embargo, hoy podemos hipotetizar que en nuestro país vivimos un proceso de re-ocupación de las instituciones políticas tradicionales luego de una prolongada crisis de legitimidad por la que atravesaron los ámbitos tradicionales de la política partidaria. La política vuelve a ser para un número significativo de jóvenes (aunque no exclusivamente para ellos), una práctica eficaz en la resolución de problemas colectivos, de reparación de derechos, de presentación de alternativas, y de búsqueda de reconocimiento social.
Nuestro trabajo pretende recuperar avances de nuestras investigaciones sobre aquellos modos particulares de participar de los jóvenes, con sus improntas y matices, a lo largo de estos 30 años de la democracia.